La cultura Andina, su desarrollo histórico y sus obstáculos epistémicos
Introducción
Las culturas ancestrales de los diversos pueblos Andinos han presentado un permanente desafío práctico y teórico a las concepciones del supuesto desarrollo histórico, lineal y ascendente de la humanidad, propias de la modernidad eurocéntrica, que las habían condenado a la inexorable superación o extinción, como vestigio caduco de lo arcaico y supervivencia de lo atrasado.En esta singularidad de lo supuestamente arcaico y atrasado en la teoría, pero que aparece empíricamente vigente, aparece la necesidad actual de la humanidad por diseñar nuevas formas de conocimiento y comprensión que cuestionen, permitan des-construir y superen los pilares hoy en crisis de la civilización hegemónica. Es esa necesidad múltiple, integral, la que genera condiciones materiales objetivas que permiten mirar como vigentes y acuciantes los saberes alternativos de otras culturas que emergieron de manera paralela, separada y distinta, que llegaron a ser altamente desarrolladas. Aunque en ella existían relaciones de dominación y conflicto, éstas eran de un carácter muy diferente a las de Europa occidental y ocupaban un lugar secundario bajo la hegemonía de principios de regulación social que aunaban la justicia social y ambiental como soporte de la armonía y equilibrio del mundo y el cosmos.
En el presente escrito, en su análisis, se trata explicar la razón concreta, material, estructural, histórica, por la que las realidades americanas y específicamente la cultura andina, no pueden ser comprendidas realmente cuando se estudian e interpretan con las ideas y métodos nacidas en y para otras realidades, ya que en ella se generaron consecuentemente órdenes sociales y estructuras culturales igualmente únicos e irrepetibles.
Se explicitan además, los principales obstáculos que dificultan la reconstrucción de las culturas ancestrales andinas. Entre ellas se mencionan: la subjetividad investigativa y la visión euro centrista de la cultura andina, la "leyenda negra" de la cultura andina; la falsa dicotomía de tener que "elegir" teóricamente entre distintas concepciones de la cultura andina y la distancia cronológica hacia atrás, por la cual los conceptos actuales pierden significados y utilidad en la medida que se investigan realidades ajenas a la actualidad.
En la presente monografía tiene como objetivo, "Analizar la cultura ancestral andina desde la perspectiva de su desarrollo histórico inédito y los obstáculos epistémicos que dificultan su estudio y reconstrucción. Para lo cual me he propuesto dos objetivos específicos: 1.- Analizar la originalidad de la cultura andina y 2.- Identificar y analizar las dificultades epistémicas de la cultura andina que dificultan su estudio y reconstrucción.
Es imprescindible que se estudie a la cultura andina desde su especial particularidad y se trate a nuestros pueblos originarios como un "otro", diferente, creador de conocimiento legítimo y útil, en imprescindible diálogo horizontal con el conocimiento occidental moderno. Se debe utilizar una metodología que rompa con las dificultades epistémicas de la cultura andina construyendo una aproximación de conocimiento más real y útil, aunque más compleja y difícil.
La originalidad de la cultura andina
"Andino" viene de "Andes", que es el nombre que recibe el sistema montañoso de millones de años de formación y antigüedad, que atraviesa el continente suramericano, desde Venezuela y Colombia en el norte hasta la Antártica en el sur. "Andes" tiene su origen en el antiguo aymara "Qhatir Qullo Qullo": "Montaña que se ilumina" (por la salida y puesta del sol); y que los españoles redujeron únicamente a "Qhatir", el cual castellanizaron como "Antis" y finalmente "Andes". Se trata de una cadena interminable de cumbres, la más larga del mundo con 7.500 kilómetros de largo, con un promedio de 4.000 metros de altura sobre el nivel del mar, superando en muchos puntos los 6.000 metros. Hace de columna vertebral simbólica del continente, omnipresente, diversa y común, de norte a sur, de océano a océano, conectando de una u otra forma todos los actuales países, fundiéndose en los actuales Perú y Bolivia con el Amazonas en una fuerte identidad andino-amazónica. Privilegiado observatorio natural astrológico y escenario de permanentes y cíclicos sacudimientos telúricos, con inevitables consecuencias mítico espirituales y religiosas en los pueblos que milenariamente los habitan. En torno a los Andes surgieron los primeros y sorprendentes órdenes sociales y estatales, abarcando amplios territorios de varios de los países actuales suramericanos.El origen de lo inédito
No existen pruebas serias de la llegada a América de seres humanos luego de que se cerrara el llamado "Puente de Bering" que unió por congelamiento Norteamérica y Europa hace once mil años, ni existen pruebas contundentes que permitan concluir que los pueblos americanos tuvieron contactos con pueblos de otros continentes hasta la llegada de los europeos en el siglo XV, salvo excepciones como la de la exploración vikinga en Norteamérica en el siglo X y las evidencias de exploración china en Latinoamérica seis décadas antes de la llegada de los Europeos[1]El aislamiento de América y sus poblaciones de todo contacto significativo con las poblaciones de otros continentes del planeta, a partir de alrededor de once mil años atrás, luego de que el mar cerrará el llamado "Puente de Bering", determinó que los seres humanos desarrollarán una interacción única e irrepetible con los medios geográficos, climatológicos y zoológicos específicos de esta región, una evolución socio cultural diferente, paralela e independiente, de las desarrolladas en otras partes del planeta. Esta es la base de la originalidad, del carácter inédito de la denominada prehistoria americana, al punto que no se emplea la periodización tradicional de la prehistoria usada en otras partes del mundo, sino una específica adecuada a la realidad arqueológica del continente, planteándose una teoría y metodología también específicas para el estudio de la prehistoria en América, ampliamente aceptadas y usadas.[2] Del mismo modo, las primeras civilizaciones de América se desarrollaron de manera aislada, paralela pero independiente, del resto del planeta durante miles de años[3]que materialmente hubo de generar consecuentemente órdenes sociales y estructuras culturales igualmente únicos e irrepetibles. Esta es la base de la originalidad, del carácter inédito, de la denominada prehistoria americana, al punto que para su estudio no se emplea la periodización tradicional de la prehistoria, ni la metodología, usadas en otras partes del mundo, sino unas específicas y adecuadas a la realidad arqueológica del continente.La periodización adecuada y más consensuadas para su estudio y comprensión es la de tres grandes horizontes panandinos, es decir, órdenes sociales estatales que abarcaron territorios de varios de los países actuales de Suramérica: Temprano (Chavín), Intermedio (Tiawanaku) y Tardío (Tahuantinsuyo). Pero que no son correlativos y consecutivos, sino que están interrumpidos por períodos intercalados de predominio de la fragmentación en numerosos órdenes sociales de carácter regional y local, limitados a pequeñas porciones de territorio. Se les llama dos grandes "intermedios". En coherencia con los principios básicos de flexibilidad y adaptación que inspiran a todas las culturas y comunidades andinas, éstos horizontes e intermedios, obedecían a periodos de aumento de hielos en las cumbres andinas que imponían, como mecanismo de adecuación, la formación compleja y contradictoria de ordenes sociales que, siendo estatales, jerárquicos y con relaciones de dominación, conflicto y violencia, conservaban sin embargo los principios fundamentales de la reciprocidad / redistribución social comunitaria a gran escala,[4] y el equilibrio armónico con el medio ambiente. Subyacentemente, existe una continuidad cultural que por miles de años sostuvieron, bajo diversas formas políticas, cientos de diversos pueblos andinos que permitió desarrollar un alto grado de conocimiento agro astrológico, matemático geométrico, arquitectónico, hidráulico, simbólico comunicacional, y cultural.
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